En los últimos años ha aumentado el número de niños con apiñamiento dental: dientes chuecos o encimados unos con otros.

Esto no era  frecuente en épocas pasadas… Un factor determinante es el cambio de alimentación, ya que la falta de tiempo para preparar los alimentos (debido a los ritmos de vida actual de los padres) hace que los niños consuman alimentos de rápida preparación  y generalmente suaves.

Los papás se quejan con frecuencia que sus hijos no saben comer alimentos duros, esto es porque desde bebés fomentan el consumo de papillas y evitar los alimentos picados o en trozo.

Conforme crece, tienden a alimentarse con quesadillas de tortillas de harina, embutidos, pan, alimentos muy procesados, hamburguesas, hot dogs, pizzas, carne muy picada o pollo desmenuzado.

El consumo de este tipo de alimentación estimula pobremente a los músculos masticatorios y no ayudan a que los huesos maxilares crezcan adecuadamente, lo cual puede provocar  paladares angostos, profundos y mandíbula estrecha.

¿Qué se recomienda?

Por lo que aconsejamos a los papás que desde edades tempranas los niños consuman alimentos duros y fibrosos, como manzana, zanahoria, gajos de naranja y mandarina.

Este tipo de alimentos provoca que el niño mastique varias veces antes de poder tragarlos, favoreciendo así  el correcto desarrollo de músculos y huesos de la cara.

La falta de espacio para los dientes permanentes, además de la incorrecta alimentación, es consecuencia de la genética, hábitos bucales negativos y factores ambientales.

En AACDEN nos preocupamos por orientar a los papás de nuestros pacientes más pequeños sobre la alimentación para favorecer un correcto desarrollo bucal, detectar un diagnóstico oportuno y seguir como es debido el tratamiento, en caso de que exista ya una anomalía de crecimiento.